Educación y comportamiento en el aula
Las aulas son sin duda un espacio
donde convergen niños de muy diversos intereses y con niveles de madurez diferentes,
pero, sobre todo, con “mochilas
personales o trasfondos familiares y sociales distintos”.
Esta heterogeneidad, unida a la interacción entre los niños del aula, constituye factores para generar conflictos que en la mayoría de los casos no se abordan de una manera adecuada y generan agresividad o comportamientos violentos.
Además, la sociedad en sí, en los
medios de comunicación, en la calle, etc. transmite agresividad y violencia, ya
sea de manera física o de manera verbal, y los niños no solo residen en casa o
en las aulas, sino que están en el mundo social y reciben igualmente ese
impacto.
Con frecuencia, los
términos agresividad y violencia se utilizan como sinónimos, sin embargo,
tienen una connotación diferente: la
agresividad implica voluntad de daño a otros y la violencia es la parte
patológica de la agresividad.
Una vez dicho esto, desde la
escuela se puede atajar y paliar dicha agresividad para que no llegue a la
violencia, dotando a los niños de herramientas para manejar sus emociones y sus
impulsos ya que, como dice Mar Romera: las emociones no son buenas ni malas, las emociones son necesarias para
la evolución y para la subsistencia.
Son respuestas adaptativas.
Enfadarse no es malo, lo que es malo es no saber sobreponerse a ese sentimiento
y gestionarlo a través de la violencia. Se trata de gestionar emociones y
superarlas
La educación debe tratar de
proporcionar a nuestros niños las herramientas necesarias para utilizar las
emociones en su propio beneficio. Cuando no enseñamos a un niño a sobreponerse
a situaciones de la vida cotidiana: caerse, perder, ganar, frustrarse, etc.,
esas emociones mutan en agresividad o imposición de fuerza porque no saben
hacerlo de otro modo, porque la emoción llega y no se puede evitar: lo que sí
se puede evitar es la reacción personal ante la misma.
Howard Gardner nos dice
que cada ser humano tiene una combinación única de inteligencia. Y dicha
Inteligencia se compone de varias diferentes, en concreto, nos habla de ocho
inteligencias.
En cada persona coexisten
diferentes inteligencias, pero no todas tienen el mismo nivel de desarrollo. La
mayoría de las personas pueden desarrollar cada una de ellas a un nivel
apropiado.
¡Un abrazo, amigos y amigas!.
Damián Cairo Touriño
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