Comunidad Médica: Nunca debéis olvidar vuestro Juramento

 



Queridos amigos y amigas, y en especial a la Comunidad Médica:

Como bien sabéis, Hipócrates fue un médico griego nacido en la isla de Cos, Grecia, en el año 460 a.C.

Fue visto como el médico más grande de todos los tiempos y basó su práctica médica en la observación y el estudio del cuerpo humano.

Este hombre, se preocupó respecto a los deberes que los médicos deben de tener, más que sus derechos. 

Esto lo llevó a desarrollar un juramento de ética médica llamado el Juramento de Hipócrates (o Hipocrático) y aún (o debería), ser tomado por los médicos antes de iniciar su profesión.

El contenido de este Juramento se basa en el respeto para aquellos que impartieron sus conocimientos sobre la medicina y para los pacientes, así como la promesa de tratarlos con el mejor conocimiento médico.

Desde este humilde blog, querida Comunidad Médica, paso a redactar este Juramento eterno y que nunca debéis de olvidar. Es necesario volver a entender que no existe enfermedad, sino enfermos. Un paciente no es un expediente, es persona. El Sistema no os puede mimetizar de tal manera que perdáis vuestro espíritu de investigación y de Humanidad. La Medicina es el Arte de la Buena Salud, y ninguna Ley, ningún Sistema, ninguna "orden ministerial", os tiene que guiar en el noble arte de la medicina. 

Usad vuestro espíritu autocrítico, no tengáis envidias entre unos y otros en vuestra profesión: el trabajo en equipo es necesario para sacar al paciente adelante.

La codicia y avaricia os han invadido en vuestro Ser como profesionales de la Salud: esa metástasis metacognitiva podréis superarlo.

Volved a vuestra raíces. Vuestra única Ley debe de ser la SALUD. Pensad, comunidad médica, pensad.

Y desde aquí, recitaremos el Juramento Hipocrático como un himno universal. Ahí va:

"Juro por Apolo médico, por Esculapio, por Higea y Pancea, por todos los dioses y todas las diosas, tomándolos como testigos, que cumpliré, según mis fuerzas y mi capacidad, el juramento y compromiso siguiente:

Respetaré a mi maestro de medicina tanto como a los autores de mis días, compartiré con él mis bienes y, si es preciso, atenderé a sus necesidades; consideraré a sus hijos como hermanos y, si desean aprender la medicina, se las enseñaré gratis y sin compromiso.

Comunicaré los preceptos, las lecciones orales y el resto de la enseñanza a mis hijos, a los de mi maestro, a los discípulos ligados por un compromiso y un juramento según la ley médica, pero a nadie más.

Dirigiré el régimen de los enfermos en provecho de ellos, según mis fuerzas y mi juicio, y me abstendré de todo mal y toda injusticia.

No entregaré veneno a nadie, si me lo piden, ni tomaré la iniciativa de tal sugestión, tampoco entregaré a ninguna mujer un pesario abortivo.

Pasaré mi vida y ejercitaré mi arte en la inocencia y la pureza.

No operaré del mal de piedra.

En cualquier casa que entre, iré para la utilidad de los enfermos, guardándome toda mala acción voluntaria y de corrupción, y sobre todo de la seducción de mujeres y de muchachos, libre o esclavos.

De todo aquello que vea u oiga en la sociedad durante el ejercicio de mi profesión, e incluso fuera de ella, callaré lo que no necesita ser nunca divulgado, considerando la discreción como un deber en semejante caso.

Si cumplo este juramento sin infringirlo, seré honrado siempre por los hombres; si lo violo y soy perjuro, que mi suerte sea contraria".

Y para finalizar, amigos y amigas, Comunidad Médica: cuando nos sintamos perdidos y podridos, volvamos a nuestro pasado y nuestra esencia occidental...Hipócrates debe de seguir vivo en nuestra Mente y nuestro Corazón.

¡Un abrazo, amigos y amigas!.



Damián Cairo Touriño

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